domingo, 27 de noviembre de 2011

El placer de soñar...

¿Te has tumbado en el suelo, lejos de las luces, en el monte, cuando cantan los grillos, incansables... mirando a las estrellas? Se van acercando, según tus ojos fijos las escudriñan, quietos. Entras en ese mundo infinito, que asusta un poco. O un mucho. Sigues. Viajas hacia el misterio. Hacia todos los misterios. Tú, aquí en la tierra, entre los grillos, con tu espalda en el polvo; y las estrellas allá lejos, en lo inabarcable; incierto; pero cierto... Es inquietante; mas atractivo. Mejor dicho: atrayente. Irremediablemente atrayente. Ves las estrellas, claras. Ves la luz polvorienta de las constelaciones. Ves el polvo que fuimos, que somos, y que seremos... Y una lágrima, fugaz y serena, atraviesa el firmamento, huyendo a lo lejos, por lo inalcanzable del horizonte. Y otra lágrima, y otra... y otra. Hasta otra más, que se escapa de tus ojos, para limpiarlos más; y hacerlos capaces de soñar las estrellas...Soñar, o ensoñar?
¡¡¡Es la ensoñación que nos dan los dioses!!!

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